Lo
que más duele es que nunca tuve prioridad en tu vida. Tu felicidad era
condición única para que yo estuviera bien. Siempre te tuve arriba, como el
religioso tiene a Dios. Pero yo nunca te interesé demasiado, sino hubieses
tenido más ganas de verme. Tal vez tantas como yo. Nunca tuve prioridad en tu
vida, mientras que vos fuiste todo en la mía.
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